Ir directamente a la información del producto
1 de 3

Carillustration

Print Atenea

Precio habitual €14,95
Precio habitual Precio de oferta €14,95
Oferta Agotado
Impuesto incluido. Los gastos de envío se calculan en la pantalla de pago.

Lámina impresa de "Atenea", mi interpretación de la diosa griega de la sabiduría, desde el concepto de "paideia" (educación en valores y saberes). Me encantó imaginar su cara, añadir detalles como la llave, el búho y la niña que secretamente la acompaña...

Tamaño A4 (21 x 29.7 cm)
Papel semimate, 350g
Impreso con margen blanco perimetral de aprox 1,5cm
No incluye marco!

Pssst! Tienes una sorpresita... Baja en esta página para descubrir la historia tras esta ilustración. 

Si esta ilustración fuera un texto...

Despliega para adentrarte en la historia de esta ilustración.

ATENEA 🦉

El día que conocí a Atenea, me sorprendió hallarme ante una persona que no era lo que esperaba encontrar. Me habían hablado de una mujer dura y fría, guerrera, sabia y autoritaria. Casi esperaba no poder sostenerle la mirada.

Sin embargo, me hallé ante un remanso de paz, una corriente de energía cuidadosamente controlada, una estratega nata y equilibrista del saber. Iba seguida de sus alumnos, quienes la admiraban y respetaban, considerándola su Guía. Nunca me había imaginado a una diosa rodeada de niños, pero ahora muchas cosas tenían sentido.

Atenea ejercía la educación de una forma diferente a la de sus ancestros. Para ella, la sabiduría no era sólo erudición, ni disciplina, ni intuición, ni crudo juicio. Era una fórmula compuesta de valores en un perfecto equilibrio.

La Atenea que yo conocí era humanista y defendía la virtud como "saber ser y saber hacer" allá donde estuviera. Una conjunción de cuerpo y alma, el ánimo y la mente, lo volitivo y lo intelectivo.

Era bellísima, por supuesto. Sus cabellos infinitos, sus penetrantes ojos verdes y su fina piel de marfil resplandecían. Sin embargo, era su energía la que hablaba por ella, una luz que brillaba desde dentro, como un faro al que seguir. En la plaza del Ágora las voces lo llenaban todo, y sin embargo estando en su presencia yo sentía un elocuente silencio interior. Ella no me dijo nada, sonrió y siguió respondiendo a las preguntas de los niños.

Si vuelvo a encontrarme con ella, le preguntaré qué abre la llave que lleva colgada del cuello. Qué leía a sus niños en ese libro verde y dorado que era casi un amuleto. Pero sobre todo, le preguntaré para qué me pidió en sueños que fuese allí a conocerla.


(Carillustration © Todos los derechos reservados)